Érase
una vez un cuento de corrupción
Érase
una vez un trabajador con ganas de grandeza que empezó de joven a trabajar en
el PP. El tesorero del partido le cogió bajo su tutela y juntos manejaban las
cuentas. Unos años después una investigación judicial hizo que apartaran al
tesorero. También apartaron al gerente ¿qué va a ser de mí, si ya pensaba que
iba a poder vivir del cuento toda la vida?. El nuevo Presidente del partido le
volvió a dar trabajo como gerente ayudando a un nuevo tesorero. Las donaciones
millonarias van llegando al partido y el gerente hace lo que le mandan; ayudar al tesorero a anotar las donaciones y
repartirlas parte del dinero a los cargos importantes porque hay que cuidar muy
bien a los militantes, bueno a los que están arriba, los de abajo que se
cuiden solos que los partidos políticos no están para ayudar a la sociedad,
sólo a los amigos.
Pasan
los años, el partido llega al gobierno y todo sigue igual, España va bien y sus dirigentes gracias a los
sobresueldos mejor todavía. El gerente es uno más en Suiza, donde va muy
a menudo a ingresar dinero suyo y del partido en cuentas extranjeras para no
tener que declararlo a hacienda, y sobre todo para no contestar preguntas
incómodas. El partido da contratos públicos a las empresas de sus amigos y
curiosamente esos amigos son los que les han dado comisiones, todo queda en
familia. El dinero de los
contribuyentes se emplea en inflar contratos de construcción o de servicios
para que los empresarios leales tengan un beneficio mayor del normal y así
recuperen el dinero de la comisión. El partido se queda con la comisión
por su gestión y el único que sale perdiendo es el ciudadano, pero como no
tiene manera de probarlo, pues nada.
Y
de repente cuando tantos años de práctica en estos negocios ya les hacen pensar
que son invencibles, un participante del lío en un nivel bajo decide que quiere
ascender en el partido. Su deseo es denegado y bien sea por despecho o por
limpiar su conciencia decide contar las irregularidades que ha visto. Todo el partido en bloque lo niega, y lo
sigue negando mientras la justicia a trancas y barrancas consigue ir
investigando. El tesorero decide irse porque ya está mayor, no vaya
a ser que le metan en la cárcel siendo octogenario. El partido asciende al
gerente que tantos años de buen servicio ha dado a tesorero, al fin y al cabo
es el más indicado para seguir con el sistema ya montado.
Cuando
la justicia apunta al nuevo tesorero como una pieza clave en el sistema de
pagos, el partido le defiende a capa y espada; no van a consentir que se manche el nombre de su empleado que tanto
dinero les ha gestionado tan discretamente (y podría contarlo) o el
de ellos, no vaya a ser que se descubra el tomate. Con tanto periodista
cotilleando el partido decide sacar de primera fila a los que la justicia ha
señalado, les seguirá pagando pero sin tener cargo; les sale más barato que
arriesgarse a que hablen y como siguen recibiendo comisiones y dinero del
estado tienen fondos de sobra. Y así ignorando toda ética y responsabilidad con
la ciudadanía el tesorero sigue recibiendo comisiones, repartiéndolas entre los
elegidos y llevando dinero a paraísos fiscales. Todo
sigue como si nada.
Cuando
su nombre vuelve a salir en temas judiciales el partido decide apartarle como a
los demás, ahora están en el gobierno y hay que aparentar ser serios. Le
defienden pero aseguran que ya no pertenece al partido aunque sigue cobrando,
teniendo un sitio adjudicado en las oficinas y coche privado. El tesorero se
enfada y reclama que el partido le ayude a limpiar su nombre de verdad y a
defenderse. El partido le pide que niegue todo, diga que todo el dinero es suyo
(aunque parte sea del partido o de otros miembros del mismo) y que esto pasará
pronto; de todas maneras le pagan
los abogados para que le defiendan y de paso defiendan los intereses el partido
sin que se note mucho. El tesorero que es muy buen empleado hace lo que
le mandan y de paso también intenta usar sus influencias para ralentizar y
confundir a la justicia. Pero la prensa se hace con tantos documentos que es
imposible evitar su entrada en la cárcel. Cuando se lo ve venir el tesorero
exige ayuda del partido, él sólo
ha hecho lo que le han pedido durante 20 años y si cae caerán todos con él.
El partido se da cuenta de que en la actualidad la sociedad no perdonaría que
este caso no siguiera adelante y decide no actuar, de momento. Además lo de no
dar explicaciones les ha durado muchos años así por qué no unos más hasta que
salga otro escándalo y los medios cambien de tema. El tesorero decide empezar a
hablar, se siente traicionado por sus jefes y no cree que sea justo que el
pague por las decisiones de los que estaban por encima de él. Continuará…
Esta
es mi interpretación de los hechos que han pasado desde que en el 2008 se
empezó a investigar el caso Gürtel. Cualquier similitud con la realidad es pura
coincidencia, porque yo no tengo
una bola de cristal, sólo un cerebro que me permite pensar y razonar.
¿Qué debe hacer la sociedad? Seguir
reclamando respuestas y responsabilidades sin cesar. ¿Qué debería
hacer el partido en cuestión? Abrir las puertas y las ventanas y que salga toda
la basura acumulada. Pedir perdón no es suficiente, muchos deben dimitir y
devolver el dinero. Cuanto más lo pospongan peor va a ser para ellos y para
España, ese país al que tanto dicen querer y del que gracias a ellos lo primero
que se menciona en el extranjero es la corrupción que lo gobierna.